Absolutamente todos los seres humanos presentamos desde el nacimiento o en e curso de nuestras vidas un lunar. Existen muchos tipos de lunares, algunos tienen volumen y otros simplemente son cambios de color. Pueden originarse en cualquiera de las células que conforman la piel.
La mayoría de los lunares o nevus se originan en los melanocitos, es decir las células que producen la melanina; estos pueden ser pocos o muchos, pequeños o grandes, rosados o café . Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. Pueden tener pelos. La gran mayoría son adquirirlos, es decir aparecen en el curso de la vida, principalmente en la infancia y la adolescencia.. Usualmente después de los 40 años, no aparecen más lunares. Comúnmente los llaman verrugas. Los nevus melanocíticos pueden tener cambios en el tamaño, la forma o el color a través de la vida. Durante el embarazo o después de los 50 años suelen aumentar de tamaño y a veces volverse peludos.

Otros lunares pueden originarse en fibras nerviosas, en estructuras vasculares, en fibroblastos, en glándulas sebáceas y en las mismas células de la epidermis, es decir los corneocitos.
En general los lunares no tienen síntomas, ni duelen ni rascan. A veces algunos pueden irritarse por el roce con la ropa.
El cáncer de piel en la actualidad es muy frecuente. En mi consulta todos los días atiendo casos nuevos de cáncer de piel.
Seguramente te habrás preguntado alguna vez si alguno de tus lunares es cáncer o tiene riesgo de transformarse en uno. En general , puedo decir que la gran mayoría de los lunares que nos aparecen a todos los seres humanos son benignos y las probabilidades que se conviertan en cáncer son muy bajas. La mayor parte de los casos de cáncer de piel aparecen en áreas que usualmente están expuestas al sol, como cara, cuello, orejas , antebrazos y hombros. Esto asociado a la exposición intensa o prolongada a la radiación ultravioleta.
De todas formas si algún lunar que estuviese presente mucho tiempo atrás si presenta algún cambio notorio en el tamaño, forma o color, debe ser valorado por un experto, de preferencia un Dermatólogo Oncólogo, quien determinará su naturaleza y la necesidad de hacer los estudios pertinentes.